domingo, 17 de octubre de 2010

Dorian

Con cada muñeco de trapo que muere, muere una persona… y su alma queda condenada a pasar al muñeco por el cual fue muerto su primer cuerpo.

Esta historia se remonta a la niñez de Dorian, Dorian llego a esta casa en 1945 cuando apenas tenía 11 años, sus padres se mudaron a la casa que quedaba en la cima de la colina “murmullos del viento”, fundada en la época de la colonia por una pareja de españoles y sus 20 esclavos negros. Los padres de Dorian compraron la casa a un precio irrisorio, pues era grande, muy bien cuidada, tenía una vista inimaginable desde lo alto y en las noches silenciosas se podía oír murmullar al viento que golpeaba levemente la casa por sus costados…

Fue un día que mientras Dorian jugaba con su pelota de letras esta tropezó, rodo por la escaleras, atravesó el sótano y fue a dar a la entrada de una diminuta puerta detrás de viejos muebles cubiertos con sabanas curtidas y llenas de polvo que alguna vez fueron blancas. Dorian fue en busca de su amada pelota roja y al levantar la vista, justo a su lado se abrió la pequeña puerta con un ruido tan agudo que le hizo rechinar los dientes, miro atreves de la puerta y vio un pequeño resplandor muy a lo lejos, y como si se tratase de las fauces de un dragón hambriento, se escucho un gran rugido, el viento que salió de allí adentro hizo que callera al piso y un hedor moribundo hizo que su estomago quisiera devolver lo que había comido durante los últimos 3 días. El no grito, no salió corriendo, ni siquiera se desmayo, sus ojos profundamente perturbados vagaron en el espacio tiempo y su alma se sentía atraída hacia la peque luz que había visto, hecho un zombie se adentro en el pasadizo que a pesar de su edad debía pasar arrodillado, un nuevo viento volvió a soplar atreves del pasadizo, pero este era frio, de ese frio que congela la valentía de cualquier hidalgo, de ese frio que carcome los huesos y bloquea el cerebro, el mismo frio que acompaña a la muerte en sus mejores épocas, acompañado de esto se prendieron 200 velas negras a lado y lado de las paredes y de ellas destellaba una fuerte llama azul, tan fuerte, tan bella, tan fría y cálida a la vez que solo verla hipnotizaba y hacia que se perdieran las almas entre sus rizos.

Al llegar al final de su recorrido encontró una gran sala alumbrada por mil velas negras, las paredes repletas de libros con símbolos y leguajes que jamás podría entender, en la sala había dos largas mesas sin sillas un gran estante con cientos de botellas y botellitas de todos los colores todas con inscripciones borrosas por el tiempo, yerbas secas, herramientas y jaulas. A lo largo de las mesas y enterrados en ganchos  de carnicería, se hallaban muchos muñecos de trapo, de aquellos con los que comúnmente jugaban los hijos de los esclavos negros. Y en el centro un libro sobre un pedestal, con hojas de lino y tapas de cuero de elefante, un objeto al parecer de mucho valor, Dorian en medio de su trance se acerco a este libro, extendió su lánguida mano y solo con el pequeño roce de su dedo este se abrió de golpe!, el aire empezó a correr en espirar, las velas temblaban y su luz se iba y venía, las páginas del libro pasaban con la fuerza del viento, paro en la mitad del libro!, el conjuro 39! Innocentis Possesio (Posesión de un inocente), un sello mágico se ilumino de rojo y de él se desprendieron ramificaciones incandescentes del mismo color de la lava ardiendo… se esparcieron por todo el libro, bajaron por el pedestal, se desplegaron por las paredes, las mesas y el techo, la habitación ardía en llamas, Dorian perseguía las ramificaciones ardientes con sus ojos, atónito vio que todas se juntaron en el techo en un antiguo candelabro de hierro y de allí se desprendieron hasta entrar por sus ojos mientras el gritaba desesperado…. Después de eso solo un silencio sepulcral, las llamas se habían ido, Dorian estaba en el piso de rodillas y sus ojos ardían en magma hirviendo…

Dorian aquel pequeño ser de piel rugosa y entrelazada, en su interior solo polvo hay, su boca esta cocida de lado a lado y sus ojos rojos, lloran lagrimas de sangre y cal. Dorian… Solo un muñeco de trapo más…


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