Música de Fondo:
La danza de la muerte
Una canción de cuna, una cajita de música al fondo de la habitación,
los recuerdos aparecen como hologramas a su alrededor, despliega sus brazos
danzantes con ellos, acaricia sus rostros sonrientes y consumidos en el dolor, niños,
ancianos, jóvenes, amor, odio, tristeza, sexo, venganza y compasión, todos
danzando a su alrededor.
Persigue conejos blancos y se asombra con la sutil hermosura de las
telarañas, imagina chelos, violines, clarinetes, tubas, trombones, pianos,
clavicordios, xilófonos y coros que aparecen y desaparecen con las melodías en
su cabeza.
Se mece en una esquina y corre como un niño, corre hacia la ventana
para deleitarse con la lluvia, extiende su lánguida mano para sentir las gotas
en su piel y si es posible atrapar alguna roca de hielo que del cielo ha de
caer, la cual con grácil picardía ha de morder, mira al firmamento para llorar
con la luna y sonreírle al sol, también.
Organiza su caos y vuelve caótico su orden, del ciclo, del vaivén, de lo lineal, de lo
abstracto, de lo concreto y de lo real, de la magia, de lo etéreo, de lo
tangible y de lo irreal… Sin preguntas, sin respuestas, solo la constante fascinación
por lo perfecto y lo imperfecto, por el todo y por la nada, por lo general y
por el mas ínfimo detalle.
Recuerdos en ocre, pasados grises, presentes oscuros, futuros
coloridos, esperanzas pasteles, pasiones rojas, hermosura azul, naturaleza
verde, paletas, pinceles, lienzos de aire, sueños rotos y anhelos latentes.
Danza, danza, danza una vez más, al vaivén de la mar, danza para jamás
despertar, danza lúgubre y radiante de nunca acabar. Danza con las aves, reposa
en sus alas, levita en las nubes y sumérgete en lo más profundo del mar, regálale
al viento un suspiro que jamás pueda olvidar, olores, colores, texturas,
sabores y canciones a fresas, sandias y limón, a tierra húmeda y a corteza de árbol,
a estrella fugaz, a rizos, a lizos, a castaños y rubios, de dulce algodón, de
sudorosa piel, de lo popular, de la intimidad y del placer.
Se pierde en los ojos de los gatos y en las risas de los perros, en el
cantar de las aves y el silencio de los peces, en la tranquilidad de las
tortugas y la agilidad de los guepardos, en lo sublime del rayo y la fuerza del
trueno, en la calma y la tormenta, en la eyaculación de un volcán y en el
orgasmo de la tierra, en el correr de las cucarachas, en la piel escamosa de
las serpientes, en el veneno de los escorpiones, en la exponencialidad de las
garrapatas, en la compleja fealdad de los murciélagos, en la repulsión a los
roedores, en los cuartos pequeños y las cavernas oscuras, en el miedo, el
terror, las fobias y la fragilidad.
De lo bueno, de lo malo, de la belleza, la fealdad, lo profano y lo
divino, sin lugar a dudas es una sinfonía, una danza inmortal, es algo extraño
y difícil de explicar, la muerte está enamorada, locamente enamorada… De la
vida!
muy bueno :)
ResponderEliminarEsta bueno... pero en lo personal creo que es un poco mmh digamos predecible y simple, no lo hago con animo de ofender sino para que mejores, me suena un poco como a las canciones de Arjona, tipo cosas como "el problema no es problema" utilizas mucho las figura literaria llamada "contraste o antítesis" como "morir en vida y vivir en muerte" abusas sobremanera de esta figura linguistica y lo hace un poco cansado y predecible. Otra cosa es que siento que te pierdes a cada párrafo, tu texto no lo siento con continuidad, cada párrafo parece que hablas de cualquier otra cosa... esta bien si esa es la intención, pero, si no lo haces de manera premeditada creo que seria preferible acortar el texto para darle mas consistencia. A veces a mi me resulta escribir lo que se me venga a la mente, algo que me provoque una canción como según entiendo escribiste esto escuchando a Sopor, pero despues hay que trabajarlo, releerlo, pulirlo, arreglarlo, y queda mejor sin perder la esencia de lo que quieres expresar, al contrario, le das mas claridad al leer.
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